lunes, 20 de junio de 2011

Talento que supera limites


Ilustraciòn de Felipe Sánchez Hincapié

Alguien decía que Colombia es tierra de literatos. No mentía, nadie es ajeno a la inspiración que emanan estas tierras. Desde técnicos de futbol y deportistas, que han dejado para la posteridad frases inolvidables como “perder es ganar un poco” de Francisco Maturana o la acertadísima “Es mejor ser rico que pobre” del gran Pambele, hasta Presidentes como Marroquín, quien se fue a su castillo a las afueras de Bogotá para escribir su tratado de gramática mientras Estados Unidos se hacía suyo Panamá o Belisario Betancourt y sus discursos llenos de exaltación lirica. Eso, sin contar también los libros publicados por capos del narcotrafico, ex secuestrados, médicos y divas de la televisión.

A riesgo de pasar por nacionalista, me hincha de orgullo ver como nuestra patria ha sido cuna de tan insignes escritores. No entiendo como la crítica literaria y algunos intelectuales se quejan de que en Colombia no hay una tradición literaria fuerte. Dejemos ese mal que nos aqueja, denominado por el maestro Fernando Gonzales como “el complejo del hijueputa”. Si no me creen, para la muestra un botón. El pasado 18 de junio un nuevo talento nos dejo boquiabiertos, porque hasta el momento desconocíamos sus dotes; solo lo habíamos visto como ministro de agricultura durante el gobierno de Álvaro Uribe, otro autor representativo de nuestra literatura con sus pasajes costumbristas y pintorescos. Como pasa con los buenos escritores, llegó el momento oportuno para revelarnos su virtuosismo con la palabra; es que con tanta burocracia de por medio era difícil que la musa lo sorprendiera.

“Un cuento” así, sin ningún artificio Andrés Felipe Arias, el Pincher, cómo le dicen las malas lenguas del mundillo literario de este país, publicó en su columna del periódico El Colombiano el primer cuento de su prometedora carrera literaria. Con esa precisión que tienen los buenos cuentistas, teniendo presente que el cuento es el más difícil de los géneros, Arias logra describir paso a paso como un banco, en una tierra tan lejana como esta, repartía a sus habitantes subsidios sin distinción alguna, hasta que la avaricia truncó tan filantrópica labor encarcelando a los inocentes y absolviendo de toda culpa a los que se untaron las manos a costa suya.

¡Brillante! Una perfecta descripción de nuestra condición humana; contaminada por los vicios y la corrupción de algunos pero siempre, para esperanza nuestra, habrá alguien que resista estoicamente las infamias a las cuales se ve enfrentado. Arias, indudablemente, ha escrito una nueva página en esta celebre república, donde la imaginación y realidad son una sola.

Con todo este “Boom” de nuevos escritores espero leer atento otras obras, que de seguro entraran en la selecta lista de clásicos. Ya es hora de que el Procurador Alejandro Ordoñez publique una de sus encíclicas, en momentos como este donde las libertades fundamentales, como la unión entre parejas homosexuales, atentan contra la doble moral de este país, también es hora de que María del Pilar Hurtado, Ex directora del DAS, nos llene de suspenso con una trama llena de intrigas, bajas pasiones y llamadas en espera o al menos nos conformaríamos con una crónica sobre sus fortuitas vacaciones en la tierra del canal, al mejor estilo de los cronistas españoles e ingleses y para rematar no nos caería nada mal, en esta exquisita antología, un libro de cocina escrito por el vicepresidente Angelino Garzón.

Como ven, la creatividad de nuestros laureados escritores supera límites. No hay llamado a indagatoria o investigación en curso que los haga declinar de sus aspiraciones literarias. Y si no pregúntenle a Arias que por lo visto está muy seguro, como el agro, de seguirnos regalando momentos de fantasía y una lección de vida con sus talentosas paginas.

Este es el enlace que los conducirà por un viaje literario sin igual, todo gracias a nuestro autor revelaciòn, Andrès Felipe Arias:
http://www.elcolombiano.com/BancoConocimiento/U/un_cuento/un_cuento.asp

Felipe Sánchez Hincapié

jueves, 16 de junio de 2011

La voz del arte en tiempos de guerra (Primera parte)

De la sombra el cañón/ Del cañón la bala
De la bala al ideal / Viva la revolución
BANG! BANG! Otro principio que llega a su final
No importa quién dispare/ Todos caen igual.
Justiciero, Bajo Tierra


El barrio Castilla, ubicado al noroccidente de la ciudad de Medellín, ha sentido por años los embates de la violencia. Son muchas las historias de dolor que recorren sus empinadas calles, pero también aquellas que quieren trazar un nuevo rumbo; y que mejor que los mismos artistas y lideres culturales del sector, para dar testimonio de ello.

El recrudecimiento del conflicto en nuestra ciudad, que según el Instituto Popular de Capacitación (IPC), ha costado la vida de 1.982 jóvenes entre los 11 y los 25 años durante enero de 2009 y febrero de 2011, también ha afectado a los artistas. Prueba de ello fue el asesinato del Yhiel, joven rapero de la comuna 13, ocurrido el 27 de marzo y de Jonatan Bertel Taborda, conocido como El Pollo, vocalista de la agrupación de Tecno Artefacto del barrio Castilla, el dos de mayo de este año.

Medios de comunicación, organizaciones sociales, e incluso la misma Alcaldía de Medellín, no llegan a una cifra exacta que dé cuenta de la magnitud de este conflicto. Pero en lo que sí parecen estar de acuerdo es que por cuenta de la guerra librada entre bandas emergentes, muchas personas han sentido las consecuencias de una situación que cada vez toca más fondo.

Imagen del barrio castilla. (Tomada de: http://www.minuto30.com/?p=39125)


Todos a la calle


Como reacción a un toque de queda, decretado por la alcaldía de Medellín en agosto de 2009 ante la dramática situación de violencia en Castilla, un grupo de jóvenes, organizaciones culturales, músicos y artistas del sector, decidieron demostrar que las calles eran de todos y no solo de los violentos.

Lo que empezó como una concentración artística y musical, pasó a convertirse en el colectivo por la vida Toke de salida, que según Faber Andrés Ramírez, integrante del colectivo, busca “Hacer una reflexión crítica acerca de lo cotidiano” por medio de eventos como el Festiva del Rock de la Comuna seis, Castilla Festival Rock y los carnavales por la vida. Ramírez, afirma también que otro de los objetivos del colectivo es “Generar un referente distinto en los jóvenes y promover la utilización del espacio público por medio de tomas artísticas, siempre en vías de la sana convivencia.”

A pesar de problemáticas como las “fronteras invisibles”, que los combos en disputa han trazado por el dominio de territorios, la comunidad, en especial los jóvenes, han recibido muy bien, según Ramírez, iniciativas como esta que buscan “ innovar ,y a pesar de la violencia, guardar un momento para reflexionar.”

Ante la pregunta de si los artistas son blanco de este conflicto, teniendo en cuenta los asesinatos de algunos de ellos en diferentes sectores de la ciudad, Faber afirma que “No es un seguimiento sistemático en contra del artista, es la naturalización del poco respeto hacia la vida del otro.”

“No seas un payaso de esta guerra”

“No es una persecución en contra de nosotros. Nos gusta la calle y eso tiene sus consecuencias”. Afirma Caliche, baterista del grupo de punk Desadaptadoz, que desde 1987 ha manifestado, por medio de la música, su rechazo a la violencia.

“Es muy triste ver cómo la violencia se ha llevado a generaciones de jóvenes. Una posición frente a la muerte es manifestarnos por medio de la música, la pintura y el performance.” Comenta Caliche sobre como él y su grupo han acudido al arte como alternativa de vida, retomando la filosofía punk de “hazlo tú mismo”, para no solo denunciar, sino también plasmar sus experiencias.

Todavía paso a paso/ Nos adentramos en la oscuridad/ para nosotros no hay camino/ a los lados, ni hacia atrás/ es un mundo de infamia/ es un mundo de enfermedad/ hay un odio construido/ con nuestro desencanto/

La banda de Punk Desadaptadoz (Imagen tomada de: http://www.punksandskins.com/viewtopic.php?f=4&t=4488&hilit=Desadaptadoz)

Vestidos de payaso, como si estuvieran en medio de una función visceral; donde en vez de reír tocan sus guitarras con fuerza y su voz pregona el delirio en el que está sumergida la ciudad, los Desadaptadoz cantan Traumático. Ángela Torres, vocalista del grupo, asegura que la idea de vestirse de payasos tiene un claro mensaje: “No compartir esa filosofía de muerte y balas”. Con sus canciones, conciertos y acciones performaticas los Desadaptadoz han invitado a los jóvenes para que no sean un payaso más de esta guerra que cada día, y de muchas formas, los quiere hacer partícipes y espectadores de una función dantesca.

Como ellos, muchas bandas de rock y hip hop de Castilla han transmitido por medio de su música otra forma de vivir, lejos de las dinámicas del conflicto. “El arte es el instrumento con el que podemos transformar sociedades” asegura Caliche, convencido de que a pesar del conflicto que afecta a todos por igual, hay que seguir cantando, porque como él mismo lo dice: “la música nos permite manifestar nuestro rechazo.” Porque La calle, a pesar de todo, es su inspiración y el escenario donde quieren hacernos vibrar y concientizar con su música.


Se abre el telón


“Socialicemos todos los conflictos por medio del teatro. Hagámoslo en la calle, pongámosle música y dejemos que todos lo vean y escuchen” comenta Darío Restrepo, dramaturgo, actor, y por 10 años, director administrativo de la desaparecida corporación artística Nefesh, donde además fue director escénico y dramaturgo. El teatro le ha permitido a Darío, y a otras corporaciones culturales del sector, poner en escena no solo su vida, sino también esa dura realidad que abre el telón para mostrarnos sus contradicciones.

Obras de teatro, comparsas, chirimirias, zanqueros, arlequines y actores le han dado color a las calles de Castilla, invitando a sus habitantes a que se unan a ese carnaval donde la vida sea el acto más aplaudido. Prueba de ello es el Festival de mitos y leyendas de Castilla, que cada 31 de octubre, recorre el popular boulevard de la 68 invitando a quitarnos esa máscara que a veces nos impide mirarnos con otros ojos. Para Darío, quien actualmente trabaja en el proyecto Pazalobien de la corporación Circo Momo, el teatro y el arte no solo son parte de su vida, sino también un medio por el cual se puede crear identidad en el sector, lejos de lo que algunos medios de comunicación pretenden dar por sentado.

En todos sus años de experiencia, Darío reconoce que si bien los actores del conflicto pueden intimidar a los artistas, con el ánimo de generar temor en las comunidades, la violencia es un problema que afecta a todos donde, para él, “Los seres humanos somos víctimas reales y potenciales.”

Felipe Sánchez Hincapié

Las ironías de la vida


Uribe ante la comision de acusaciones de la Camara de Representantes(Imagen tomada de http://www.semana.com/Home.aspx)

La calumnia en este país es un delito, eso lo sabemos todos. Pero me atrevo a decir que es contradictorio que alguien justifique reiteradamente que ha sido víctima de ella, cuando precisamente hay varias revelaciones que pueden aseverar los rumores en su contra.

Prueba de ello fue la declaración del ex presidente Álvaro Uribe Vélez este jueves ante la comisión de acusaciones de la Cámara de Representantes, dentro de la investigación que se adelanta por el escándalo de las chuzadas. No quiero sumarme a esa cadena de “blasfemias y calumnias” pero después de ver a Uribe reiterar hasta el cansancio su condición de ciudadano honorable, me deja ciertas dudas.

Ahora, no estoy suponiendo que él no lo sea; está en su derecho de defenderse ante un señalamiento, pero teniendo en cuenta un escándalo de tal magnitud como las chuzadas, interceptaciones telefónicas hechas a periodistas, sindicalistas y magistrados de la Corte Suprema de Justica de Colombia por parte del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) y que el asuma una actitud poco ecuánime para referirse sobre ese caso, deja mucho que desear. No solo eso demuestra ciertos vacios. La parcialidad con que se ha realizado este proceso y el show mediático, a favor de Uribe por parte de algunos medios de comunicación, pueden poner en riesgo la verdad que el país necesita conocer. Nos recuerda incluible el juicio que se le realizó a Ernesto Samper por el proceso 8.000 en 1996; como todo fue a sus espaldas no habían argumentos suficientes para declararlo culpable, así hubieran unos “dineritos calientes” bajo la mesa.

Hay dos cosas que me llamaron la atención de todo esto e hicieron reirme. Antes de cumplir con su declaración ante la Cámara de Representantes, Uribe fue, con abogado en mano, a la Corte Suprema de Justicia para declarase como víctima de las farc, dentro de la investigación que se le adelanta a la ex senadora Piedad Córdoba por sus supuestos vínculos con esa agrupación terrorista.

¡Que ironías las de la vida! quiero hacer una pregunta ¿El mismo Uribe no se había mostrado inconforme con que se reconociera que estamos en un conflicto armado interno, en marco de la ley de víctimas que se estaba tramitando en el congreso? Para declarase como víctima hoy, seguramente el tenía que haber reconocido que estamos en un conflicto armado interno, y a lo mejor su “acertado” juicio atinó en ello. Son las contradicciones las que saltan a la vista.

La otra cosa que llamó la atención es que se quejara del “show mediático” que había rodeado su declaración ante la Cámara. No quiero parecer un reportero insistente pero me surge otra pregunta ¿Durante ocho años como presidente cada una de las acciones de Uribe no fueron mediáticas? Desde sus consejos comunales de gobierno hasta sus guiños al inconsciente colectivo de este país al invocar a la Virgen María y el Divino Niño demuestran que aparte de “acabar con esos bandidos de la far” su imagen de un líder paternalista y omnipresente fue esencial en su gobierno. Es cierto que todo líder acude a los medios y la imagen para mantenerse en el poder, pero cuando Uribe viene a decir que hay toda una estrategia mediática en este proceso, a comparación de sus ocho años de gobierno, se contradice por completo.

Más que un paso decisivo para la justicia de este país, el día de hoy estuvo lleno de contradicciones que saltaron a la vista. Habrá que esperar que después de notarlas y reflexionar sobre ellas no esté cometiendo un acto de calumnia, que tache la imagen de un colombiano honorable, a pesar de que una investigación parezca decir todo lo contrario.

Felipe Sánchez Hincapié

martes, 17 de mayo de 2011

Cuestión de simultaneidad


Ilustraciòn de Felipe Sànchez Hincapiè

¿Qué sería del mundo sin la radio? Esa pregunta daría para todo tipo de respuestas. A Orson Wells, en 1938, de nada le hubiera servido hacer la guerra de los dos mundos y burlarse de la ingenuidad de muchos oyentes, si no hubiera tenido a su disposición el lenguaje radial.

Trasladándonos al presente, muchos darían su punto de vista: desde el vigilante que pasa las noches en vela acompañado del sonido que emite su fiel radio de transistores, el taxista que mientras deambula por las calles, en búsqueda de algún pasajero, se deleita con la música o escucha atento las noticias, hasta los trabajadores y estudiantes que en el bus o en el metro se olvidan de la monotonía de sus deberes.

Con solo escuchar radio basta para que nos olvidemos por un momento de esa realidad que a veces nos agobia, o estar al tanto de ella, hacer que nuestra imaginación nos traslade al lugar de los hechos y sentir su compañía, para que el silencio no nos sea tan incomodo. Pero ¿Qué pensaría alguien si aparte de escuchar puede ver lo que pasa en una cabina radial? Hasta hace unos minutos, antes de escribir estas palabras, no me lo había imaginado. Pero mientras conversaba con un amigo por facebook pude darme cuenta que ahora los límites entre lo sonoro y lo visual se han derrumbado, y que solo pareceré una cuestión de simultaneidad, todo gracias a la panacea de este siglo XXI: Internet.

Curioso, le di clic al enlace y me quede boquiabierto. Ver la cabina donde se emite el programa El cartel de La Mega, de RCN radio, no me sorprendió tanto. Lo que si me dejo perplejo fue como la modelo Jessica Narváez, bailaba impúdicamente un reggaeton y deleitaba a los asistentes al foro , quienes le enviaban elogios virtuales para nada pudorosos. Los locutores, de quienes no se sus nombres porque la verdad no escucho ese programa ni me interesa hacerlo, miraban complacientes como bailaba ante ellos y después se tomaban fotos con ella, como si tuvieran a su lado a uno de sus ídolos.

No quiero ser moralista, pero es innegable que muchos medios de comunicación se pasan de lo burdo y después de ver y escuchar esto, pude corroborarlo. Tampoco quiero hacer una proclama feminista, ya se ha dicho mucho sobre la explotación del cuerpo de una mujer y después de aplaudir esas airadas críticas, seguimos siendo participes de ese morbo. Refutar la falta de ética de los locutores de ese programa, y de muchos otros, parece que de nada sirve cuando se pone por encima el espectáculo.

Lo que si me llama la atención es la doble moral de todo esto. Por un lado nos indignamos de la falta de escrúpulos de los medios de comunicación y por el otro celebramos hasta la saciedad sus contenidos. Los culpamos pero al mismo tiempo los absolvemos, nos quejamos y a la vez no hacemos nada para corregir sus errores.

Los medios de comunicación se han vuelto un circo romano, donde a costa de un esclavo que sería comido por los leones, se le brindaba al público unas pequeñas dosis de entretenimiento. A costa de nuestra dignidad es que nos siguen saturando con lo mismo y embelesados con ese placebo, si acaso diremos que eso está mal, pero con la seguridad de que nos seguirá entreteniendo.

En La tía Julia y el escribidor, hermoso libro del escritor Mario Vargas Llosa, mientras uno leía como Varguitas trataba de mantener un romance a escondidas con su tía Julia, Pedro Camacho nos cautivaba con sus historias delirantes, emitidas por las ondas limeñas y que hacían suspirar a las señoras, obreros y tías del joven Varguitas. Quien haya leído esa novela recordara aquellos momentos en que la radio lo hiso soñar y sentir esas historias, que por melodramáticas que fueran, eran un alivio a esa realidad a veces tan caótica. Ahora parece que lo mejor será pasar el dial y creer que estamos soñando, a pesar de escuchar, y ver al mismo tiempo, algo que nada se aleja de nuestras pesadillas.

Felipe Sánchez Hincapié

domingo, 8 de mayo de 2011

Lugar común

Hace meses una encuesta confirmó, que de todo el país, quienes se sienten más contentos con su ciudad son los paisas. Un amigo me contó eso y no dudó en sacar pecho y llenar su rostro de orgullo. Poco me interesó, al fin y al cabo, una excusa más para alimentar nuestro ego regionalista. Puede que para muchos pace por “apátrida” dado mi desencanto, pero en realidad tal noticia no hiso mella en mí.

Es cierto que Medellín tiene detalles que la hacen bella e inconfundible, aunque me atrevo a decir, que aquel que verdaderamente ama su ciudad reconoce lo bueno y lo malo de ella. Nos causa regocijo ver las montañas, que desde el inicio de sus honorables e infames días, la han acompañado. Nos enaltecen las grandes gestas que han trazado cada una de sus calles, la amabilidad y belleza de sus gentes. Pero también nos causa zozobra la violencia que impone su ley a toda costa. Ese regionalismo precisamente es el que nos impide mirar esa otra cara que refleja el espejo que a diario empañamos.


Fotografia de Felipe Sánchez Hincapié

Hay que admitirlo, de aquel glorioso pasado solo queda un recuento anacrónico y por creer que no hay algo más allá de estas montañas, nos hemos perdido de otras experiencias. Colombia es una sola, a pesar de su diversidad de costumbres y paisajes. Las mismas grandezas y preocupaciones nos acompañan y eso lo podemos ver en cada rincón de Medellín. Aquí hay espacio para la calma y el caos, como lo puede haber en cualquier lugar de nuestro país.

Así como nos enorgullece el Coltejer, con su blancura y rectitud, el metro, las catedrales, los cafés, la réplica de un pueblo paisa sobre un cerro, los voluptuosos cuerpos de mujeres, como si esta tierra fuera la única bendecida con los dones de la belleza, nuestra comida y entonado acento ¿Por qué no reconocemos nuestro fanatismo a la hora de criticar aquello que se sale del camino que forzosamente hemos trazado?

Medellín a solas contigo, poema de Gonzalo Arango, puede ser una descripción de nuestras glorias y fracasos. Tal vez un simple poema no tenga para algunos la contundencia del escudo de un equipo de futbol o una imagen religiosa; pero trasciende en el tiempo porque es una descripción sutil y un despertar de nuestros sentidos.


Gonzalo Arango (Imagen tomada de:http://www.semana.com/gente/profeta-nada/97158-3.aspx)

Bastaría con leerlo para dejamos llevar por los edificios y el sol quemando sus ventanas, la algarabía y ese bello sonido que se hierve a cada hora, los pétalos de un guayacán, las ramas y hojas secas que cubren cualquier esquina. Simplemente sintamos el encanto de cada una de sus palabras y acudamos a él, cuando estemos en la distancia, para evocar esta ciudad. Aunque no cometamos el error de exaltarnos y hacer de Medellín a solas contigo el “mejor poema” porque otra vez volveríamos a caer en ese lugar común que nos impediría leer otros poemas: el regionalismo.

Felipe Sánchez Hincapié

¿Cuestión de estrategia?



Fotorafia de Felipe Sánchez Hincapié

Una mañana de febrero, cuando iba de camino a la universidad, me encontré con esta frase, pintada sobre un plástico y colgada de un árbol. A primera vista me causó risa y no dude en tomarle una foto para conservar el recuerdo de este finísimo chiste. Pensé que alguien que camina por las calles de Medellín, no esta exento de encontrase con algo que le haga sacar una sonrisa.

Meses después el protagonista de esta frase, hombre ilustre que gobernó este país por ocho interminables años, tuvo el descaro de refutarla. No hiso una alegoría directa a la frase, pero si se tomó el tiempo para controvertir las razones que motivaron escribirla. Con esa elocuente bravuconería que lo caracteriza Uribe, el ex- presidente Uribe, afirmó que en Colombia no hay un conflicto armado; esto después de que el presidente Juan Manuel Santos reconociera “que en el Colombia si existe un conflicto armado, y no una amenaza terrorista.” Como lo señala el periódico El Espectador en su edición on-line del jueves cinco de mayo.

No conforme con esto, Uribe acudió a su tribuna virtual, twiter, para enviar mensajes, en ese mismo tono con el que le gusta dirigirse a quien controvierte sus palabras. Para él, reconocer el conflicto armado por el que atraviesa el país seria darle legitimidad a las farc y un motivo para que en el exterior duden de los logros de la seguridad democrática. Pero con las altas cifras de inseguridad en nuestras ciudades, Medellín por desgracia está incluida en esa lista, el recrudecimiento de la violencia y las bandas criminales, es probable que si se ponga en entredicho tal modelo, cuyas consecuencias sentimos hoy.



Cordialmente quiero hacerle una invitación a Uribe para que venga, en calidad de ex-presidente, a los barrios populares de Medellín, los campos del Cauca y termine su recorrido por el sur del país y las bellas planicies del Córdoba, a las afueras de su Ubérrimo. Eso sí, la única condición es que no esté acompañado de sus 20 escoltas, o más, para que pueda ver tranquilamente como este país sigue librando esta confrontación desmedida.

Desde el nueve de abril de 1948, hasta nuestros días, periodistas, intelectuales, sociólogos, escritores, victimas y exiliados han reconocido, con todo el peso que eso lleva, que en nuestro país si hay un conflicto armado. No es por elogiar al presidente Santos, debo reconocer que mantengo cierta distancia hacia su programa de gobierno, pero el solo hecho de que el Estado, en representación suya, admita que si estamos en una confrontación de ese tipo, cuando mandatos anteriores habían guardado silencio al respecto, es un paso decisivo para hacer una reparación necesaria de las víctimas y reconstruir nuestra memoria, que a veces brilla por su ausencia.

Cuando me entere de la polémica, me indigne por completo. Muchos hemos sufrido las consecuencias, directa o indirectamente, de esta guerra estúpida. Solo basta con leer libros como Cóndores no entierran todos los días de Gustavo Álvarez Gardealzaba, mirar las pinturas del maestro Carlos Granada, escuchar los testimonios en los pueblos de Antioquia, y de todo el país, de cómo liberales y conservadores desangraron sus calles motivados por el fanatismo y sectarismo, sentir la cuota de dolor de muchas familias de Medellín victimas del narcoterrorismo, que a punta de carros bombas y asesinatos sumió a nuestra ciudad en el miedo, la impotencia y el silencio. Ni que decir de las masacres guerrilleras y paramilitares o los secuestrados, que son presos de la indiferencia en medio de la indomable selva, para corroborar como Colombia no ha hecho un cese al fuego y continua con este conflicto, que en vez de victorias, lo único que ha dejado son muertos y desolación.

No podemos aferrarnos tampoco a los golpes del pasado, lo efímero del presente y las dudas del futuro; pero tampoco debemos ser indiferentes ante las secuelas de un mal que nos aqueja. Cuando somos conscientes de ello estamos buscando soluciones y así evitar que hechos como esos se vuelvan a repetir. Sí estamos en un conflicto armado, y no solo lo dice el presidente Santos, también millones de Colombianos que están cansados de él.

Acudiendo a la lógica macabra de la guerra, una desesperada estrategia del perdedor sería mostrarse victorioso por todos los medios, a pesar de desconocer que lleva las de perder en el frente de batalla. Y este pasado jueves pude comprobarlo.

Felipe Sánchez Hincapié

sábado, 30 de abril de 2011

Ernesto Sábato (1911 – 2011) In Memoriam


(Imagen tomada de: http://www.escritores.org/index.php/biografias/162-ernesto-sabato)

Muchas personas han atravesado el umbral de su destino. Es una evocación, pero al mismo tiempo una despedida. Yo, cuando era muy niño, también sentí tal experiencia; por fortuna, o porque el mismo destino así lo quiso, pude aferrarme a la vida y llegar hasta el día de hoy, en el que estoy escribiendo.

Un túnel, camino claroscuro donde vemos a lo lejos una revelación translúcida, pone a prueba nuestra fuerza o nos invita a desprendernos de todo sufrimiento, en aras de encontrar un camino sin tensión alguna. También puede servir de refugio para nuestras palabras, sobre todo cuando son víctimas de la sordera o es esa habitación escondida, con la que soñamos tantas veces, donde miramos como los demás son indiferentes ante nuestra ausencia, pero somos testigos fieles de su caos y redención.

Muchas veces he acudido a él, pendiente de sus revelaciones y buscando su abrigo. Pero hay un solo túnel, a quien le debo tantas cosas y le agradeceré por siempre otras. En 1948 el escritor argentino Ernesto Sábato publica la que sería considerada una de sus obras maestras. Con solo leer sus primeras líneas, ya podemos sentir la descripción perturbadora de cómo Juan Pablo Castel pintó obsesivamente y asesinó el rostro de la única mujer que lo amo, y comprendió, María Iribarne:
- Bastara decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a Maria Iribarne; supongo que el proceso está en el recuerdo de todos y que no necesitan mayores explicaciones sobre mi persona. -

Debo admitir que el túnel ha sido el único libro de Sábato que leído hasta el momento y tal vez no tenga la autoridad moral suficiente, como otros que si han leído consumadamente su obra, para hacer este homenaje. Seguramente lo mejor que pueda hacer es guardar silencio y tener la certeza de que las letras mantendrán el recuerdo de un gran escritor, que ya no está entre nosotros. Pero es mí entrada y salida de ese túnel, lo que me motiva a escribir estas palabras.

Cuando cursaba octavo grado mi profesora de español, Alba Lucia Jaramillo; a quien también le agradezco profundamente por haberme puesto en el camino esos grandes relatos y voces inmortalizadas en el papel, tuve en mis manos la confesión delirante de un pintor , que aparte de belleza, plasmaba en sus lienzos una sombra melancólica y aturdida. En cuestión de una semana, mi interior estaba atravesando un túnel, donde me invadía una extraña sensación de querer salir, pero a la vez refugiarme en el.

Mientras lo leía, mi vida se debatía entre la calma y el delirio. 2002 fue un año apacible y caótico. Por eso, después de enterarme del fallecimiento de Sábato, ocurrido en la madrugada de este sábado en la provincia argentina de Buenos Aires, la tristeza acompañó el recuerdo de aquellos días donde quería ser un hombre, pero correr como un niño.

No hay más remedio que seguir leyendo, con el ánimo de escuchar esa voz que nos trastoca. Tampoco podemos parar nuestro camino porque es el testimonio de nuestras glorias y fracasos, ni dejar a la deriva nuestros pasos. La soledad, compañera fiel de este caminar, es la que dibuja nuestras huellas en ese túnel, donde depositamos nuestra existencia como ofrenda al infinito.

El túnel, más que una obra cumbre, es precisamente una ofrenda.

Felipe Sánchez Hincapié