domingo, 8 de mayo de 2011

¿Cuestión de estrategia?



Fotorafia de Felipe Sánchez Hincapié

Una mañana de febrero, cuando iba de camino a la universidad, me encontré con esta frase, pintada sobre un plástico y colgada de un árbol. A primera vista me causó risa y no dude en tomarle una foto para conservar el recuerdo de este finísimo chiste. Pensé que alguien que camina por las calles de Medellín, no esta exento de encontrase con algo que le haga sacar una sonrisa.

Meses después el protagonista de esta frase, hombre ilustre que gobernó este país por ocho interminables años, tuvo el descaro de refutarla. No hiso una alegoría directa a la frase, pero si se tomó el tiempo para controvertir las razones que motivaron escribirla. Con esa elocuente bravuconería que lo caracteriza Uribe, el ex- presidente Uribe, afirmó que en Colombia no hay un conflicto armado; esto después de que el presidente Juan Manuel Santos reconociera “que en el Colombia si existe un conflicto armado, y no una amenaza terrorista.” Como lo señala el periódico El Espectador en su edición on-line del jueves cinco de mayo.

No conforme con esto, Uribe acudió a su tribuna virtual, twiter, para enviar mensajes, en ese mismo tono con el que le gusta dirigirse a quien controvierte sus palabras. Para él, reconocer el conflicto armado por el que atraviesa el país seria darle legitimidad a las farc y un motivo para que en el exterior duden de los logros de la seguridad democrática. Pero con las altas cifras de inseguridad en nuestras ciudades, Medellín por desgracia está incluida en esa lista, el recrudecimiento de la violencia y las bandas criminales, es probable que si se ponga en entredicho tal modelo, cuyas consecuencias sentimos hoy.



Cordialmente quiero hacerle una invitación a Uribe para que venga, en calidad de ex-presidente, a los barrios populares de Medellín, los campos del Cauca y termine su recorrido por el sur del país y las bellas planicies del Córdoba, a las afueras de su Ubérrimo. Eso sí, la única condición es que no esté acompañado de sus 20 escoltas, o más, para que pueda ver tranquilamente como este país sigue librando esta confrontación desmedida.

Desde el nueve de abril de 1948, hasta nuestros días, periodistas, intelectuales, sociólogos, escritores, victimas y exiliados han reconocido, con todo el peso que eso lleva, que en nuestro país si hay un conflicto armado. No es por elogiar al presidente Santos, debo reconocer que mantengo cierta distancia hacia su programa de gobierno, pero el solo hecho de que el Estado, en representación suya, admita que si estamos en una confrontación de ese tipo, cuando mandatos anteriores habían guardado silencio al respecto, es un paso decisivo para hacer una reparación necesaria de las víctimas y reconstruir nuestra memoria, que a veces brilla por su ausencia.

Cuando me entere de la polémica, me indigne por completo. Muchos hemos sufrido las consecuencias, directa o indirectamente, de esta guerra estúpida. Solo basta con leer libros como Cóndores no entierran todos los días de Gustavo Álvarez Gardealzaba, mirar las pinturas del maestro Carlos Granada, escuchar los testimonios en los pueblos de Antioquia, y de todo el país, de cómo liberales y conservadores desangraron sus calles motivados por el fanatismo y sectarismo, sentir la cuota de dolor de muchas familias de Medellín victimas del narcoterrorismo, que a punta de carros bombas y asesinatos sumió a nuestra ciudad en el miedo, la impotencia y el silencio. Ni que decir de las masacres guerrilleras y paramilitares o los secuestrados, que son presos de la indiferencia en medio de la indomable selva, para corroborar como Colombia no ha hecho un cese al fuego y continua con este conflicto, que en vez de victorias, lo único que ha dejado son muertos y desolación.

No podemos aferrarnos tampoco a los golpes del pasado, lo efímero del presente y las dudas del futuro; pero tampoco debemos ser indiferentes ante las secuelas de un mal que nos aqueja. Cuando somos conscientes de ello estamos buscando soluciones y así evitar que hechos como esos se vuelvan a repetir. Sí estamos en un conflicto armado, y no solo lo dice el presidente Santos, también millones de Colombianos que están cansados de él.

Acudiendo a la lógica macabra de la guerra, una desesperada estrategia del perdedor sería mostrarse victorioso por todos los medios, a pesar de desconocer que lleva las de perder en el frente de batalla. Y este pasado jueves pude comprobarlo.

Felipe Sánchez Hincapié

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