domingo, 3 de abril de 2011

Nadar en el Rio Babel

Se tiende a creer que cuando el vocalista de una consagrada banda emprende camino solo, las cosas cambiaran de manera abrupta. Pueden pasar muchas, como que se elogie su carrera en solitario o que de saltos al vacio porque no ha podido apartarse de la sombra de esa banda que lo vio nacer y crecer como músico.

Algunos esperan cumplir sus premoniciones como una regla sin excepción, pero la música a veces se sale de cualquier pronóstico. Sobra ver por ejemplo a la banda británica Génesis y dos de sus miembros más notables: Peter Gabriel y Phil Collins. El primero mostró su virtuosismo en trabajos como So de 1988 y el segundo… bueno, era buen baterista y sus canciones llegaron a los primeros lugares. Andrés Calamaro, sin Los Rodríguez, dejó momentos memorables para el rock latinoamericano como el Alta Suciedad de 1999 y la hermosa saga de El Salmon del 2000. Andrea Echeverri, con el pelo negro y liso, mientras se paseaba en bicicleta por la sabana bogotana, le cantaba a sus hijos y a la pacha mama; muy distinta a la florecita rockera y peli teñida que estábamos acostumbrados a ver en Aterciopelados.

(Imagen tomada de: http://asimetriayexceso.blogspot.com/2010/08/gustavo-cerati-cada-vez-se-pone-peor-lo.html)

Aunque también hay que reconocer algunos momentos no tan gratos para las voces en solitario .Mick Jagger, salvo algunos duetos con Lenny Kravitz, no era el mismo sin los Rolling Stones; a pesar de sus locuaces movimientos e inconfundible pinta. A Jorge Gonzales no le fue tan bien sin las letras militantes de una generación cansada de las dictaduras y el confort excluyente cantadas por Los Prisioneros. Pero es la música la que realmente vale, disfrutamos sus ritmos y letras por la forma sublime con que llegan a nuestros oídos. Luego de redondear sobre estos detalles quiero aprovechar estas letras para recordar a uno de los iconos del rock latinoamericano: Gustavo Cerati. No voy a hacer un repaso por su biografía, ni por los álbumes grabados con Soda Stereo o en solitario más exitosos, tampoco por sus giras. Para mi es más importante lo que sentí cuando tarareaba hasta la saciedad sus canciones.

Lo primero que escuche de Cerati fue Paseo Inmoral. A mis quince años quería conducir velozmente un auto por las calles de Medellín, girar como un reloj y volver abruptamente “al origen del principio”. Después con Cosas Imposibles anhele hacer eso que los límites me impedían, como ser un artista, cuando mi familia soñaba con verme hecho todo un doctor. Tabú fue mi encuentro con la noche, marcada por la compañía de algunos excesos. Cuando aprendí a fumar Bocanada fue mi declaración de amor a esa boca que deseaba besar entre el humo de sus palabras, recorrer las calles que había dejado en el recuerdo mientras escuchaba Avenida Alcorta o Puente y poner en duda la verdad de ese alguien que partía sin razón alguna con Engaña.

(Imagen tomada de: http://www.eldiario24.com/nota/201233/autorizan-el-traslado-de-gustavo-cerati.html)

No hay canción más bella para dedicársela al delirio que Tu locura. Cantarla a solas es tan reconfortante como sostener un monologo por los pasillos de una casa. Para los que vivimos entre montañas con Lisa podemos dibujar en ellas el mar, la brisa, las medusas y mantarrayas tan escasas en estas tierras. Para aquellos “ídolos” efímeros, Karaoke es su himno, Rapto y La excepción son ideales para acompañar un trago de vodka y huir de una monótona conversación. Te llevo para que me lleves es encontrar de nuevo aquellos días que había escondido el olvido y El artefacto es perfecta para musicalizar un cuento de Poe. Son muchas las canciones de él que se me pueden escapar en estos momento, sin contar las que interpretó con Soda Stereo, pero ahora que lo recuerdo, Cerati con su música marcó algunos momentos cruciales en mi vida. Ahora que continua enfermo, y su recuperación se hace lenta, solo quiero que despierte de ese largo sueño y vuelva a cantar mientras nosotros, atentos a su voz, nadamos en el Rio Babel.

Felipe Sànchez Hincapiè

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