El arco iris no es como lo pintan

Confieso que sufro de insomnio. He pasado varias horas en la noche, incluso hasta la madrugada, al frente del computador. Mis esfuerzos son en vano, aunque a veces logro vencer el desvelo para poder empezar un nuevo día. La gama de contenidos que ofrece internet a esas horas no pasa de algún periódico, un blog interesante, Facebook, un video en You Tube, o en su defecto, una página porno.

En una de esas noches en vela, me encontré con una llamativa publicidad. ¿Yonkis un mundo gay adolescente? Me pregunte extrañado. La foto de dos grupos de muchachos que están en posición de combate, mientras se miran fijamente, y las graficas típicas de un adolescente llamaban la atención. Luego pude enterarme de que se trataba de la “Primera serie gay de temática adolescente en Colombia” grabada en Medellín y al parecer prometía causar sensación en la internet, ya que se emitiría por capítulos en YouTube a partir del 11 de abril.

Después de tanta espera los primeros bostezos llegaron y un momento como ese no lo podía desaprovechar. Mientras dormía, en mis sueños no me preguntaba como seria la curiosa serie, tanto que al otro día me olvide de ella. Pasó el 11 de abril y no presencie tan esperado suceso. Luego un gran amigo me comentó, mientras chateábamos por Facebook, que había visto la serie en medio de carcajadas pero totalmente indignado. El es gay y me extrañó que se refiriera sobre ella despectivamente. No pude aguantarme la curiosidad, fui a You Tube y al verla le di la razón a mi amigo.


Imagen de La serie Yonkis, un mungo gay adolescente, que tanto revuelo ha causado en internet.

Desde el comienzo hasta el final no deje de reírme. Si el primer capítulo fue una excelente pieza de comedia, el segundo ni se diga. Pero más allá de la risa, traté de mirarla reflexivamente. Hay que reconocerle un merito: Por primera vez en nuestro país vemos una serie de temática gay que fue realizada y gestionada con recursos propios de sus participantes; pero por el solo hecho de ser pioneros no están exentos de errores. Desde el mismo nombre, yonki significa adicto, la narrativa, hasta los movimientos y planos de la cámara le dan un aire de improvisación. Tambien me dejó sorprendido la cantidad de comentarios elogiosos de otras personas que la habían visto.

Ni los medios de comunicación fueron indiferentes ante este “boom”. Tele Medellín mostró a todo el elenco, y según ellos, querían romper con los estereotipos y la estigmatización que ataca a los adolescentes gays. Jhonsito Arango, creador de la serie, fue entrevistado en el programa Hoy por hoy de Caracol Radio el ocho de abril. A pesar de su emoción por el proyecto, muchas de sus respuestas quedaban en el aire.

Me atrevo a decir que esa identidad, que la serie pretendía reflejar, quedó también en el aire. Podre pasar para los que estén leyendo esto como homofóbico, pero les aseguro que seria absurdo de parte mía ponerme en ese rol;ustedes entenderán a que me refiero. No hay que negar que muchos reflejan su homosexualidad con amaneramientos, que a veces rayan con la exageración; igual es su construcción de la personalidad y nadie les discute eso. Pero como me decían otros amigos homosexuales, incluso heterosexuales, esa serie en vez de romper un estereotipo lo hace más fuerte y me aseguraban que no todos son así. Muchas personas denigran de los homosexuales porque no han superado el estigma del afeminado y superficial. Me quedo perplejo cada vez que escucho comentarios de ese tipo, porque son un reflejo de la intolerancia que todavía aqueja a una ciudad como Medellín. Aunque a veces me quedo sin palabras ante ciertas actitudes, muchas veces inconscientes y frívolas, de algunos gays.

Mi crítica, o alegato, es motivada precisamente por eso; confundimos la identidad con el estereotipo. Hemos sido testigos de las consecuencias que eso genera: Hitler creó una imagen errada y maquillada de los judíos para justificar el Holocausto, Latinoamérica fue para muchos, como lo señala García Márquez en El Coronel no tiene quien le escriba “(…) un hombre de bigotes, con una guitarra y un revólver.” No solo los yonkis han caído en este círculo vicioso; telenovelas y películas corrientes alimentan ese imaginario que lo único que hacen es generar exclusión y alimentar el miedo a la diversidad.

Ilustraciòn de Felipe Sànchez Hincapiè

Por fortuna hay otras formas de expresar el sentir homosexual, que han trascendido en el tiempo. En la literatura Safo y sus poemas escritos en la isla de Lesbos, novelas como un Beso de Dick de Fernando Molano, Al diablo la maldita primavera de Alfonso Sánchez Baute, la saga del rio del tiempo o la virgen de los sicarios de Fernando Vallejo, la noche es virgen de Jaime Bayly, El beso de la mujer araña de Mario Puig, Memorias de Adriano de Marguerite Yourcenar ; en el arte pinturas como las de Luis Caballero, David Hockney, Francis Bacon o Lorenzo Jaramillo; en el cine la mala educación de Pedro Almodóvar, el secreto de la montaña de Ang Lee o la bellísima Las aventuras de Priscilla, reina del desierto de Stephan Elliot; cantantes como Madonna, Sher, Kaylie Minogue o la gran actriz Marlene Dietrich; que son consideradas como iconos gay, por solo mencionar algunos ejemplos.



No pretendo que la gente deje de ver los yonkis,si luchamos por la libertad de expresión debemos ser consecuentes con el respeto a las diferentes visiones del mundo, así no compartamos algunos de sus principios. Es solo que en medio de la saturación de internet y otros medios de comunicación, vale la pena reflexionar sobre esos contenidos que estamos recibiendo constantemente y también sobre el papel de la identidad, porque más que un reflejo distorsionado que se exhibe ante los demás, con todo el escándalo que eso lleva, es una reafirmación del individuo que se sale de cualquier encasillamiento.



Mientras termino de ver el tercer capítulo de los yonkis, que ya esta rotando por You Tube, no dejo de reírme y también recuerdo mi adolescencia, que en nada se parece a la que ellos dicen representar. Me fumo un cigarrillo y digo desencantado:
- El arco iris no es como lo pintan

Felipe Sànchez Hincapiè